LA CORTE VISTE A LA "MODA"

Creado en Sábado, 15 Diciembre 2012

La Corte viste a la “moda”

Cecilia Sánchez Romero

Abogada

 

Con la aprobación de una meticulosa y estricta reglamentación, nuestra Corte Suprema de Justicia, se coloca al lado de la célebre Miranda Priestly, interpretada  en forma magistral por Meryl Streep, en el filme “El diablo viste a la  moda”.  Solo a que la señora Priestly sí le va la recomendación sobre las prendas más adecuadas para combinar y lucir elegantes y definitivamente “fashion”.  Su trabajo es ese, ella dirige una revista de modas.

Pero  nos cuesta  imaginar a los jueces integrantes de los más altos tribunales de la República, discutiendo a fondo sobre  “Sugerencias para puestos profesionales y jefatura, que incluyen, entre otras las siguientes recomendaciones:

1.            El uso de trajes de chaqueta o sastre, sea con enagua, vestido o pantalón. Los trajes lisos, de color oscuro (negro, gris, azul) son percibidos en el imaginario colectivo de proyección profesional. Los trajes de dos colores o estampados resultan más informales, pero se pueden usar de acuerdo con la ocasión.

2.            Las blusas que acompañan este tipo de traje deben ser preferiblemente en tonos más claros”.

La impresión que nos queda es que el asunto se ha desbordado, pues no solo se incursiona en este terreno con criterios fundamentalistas y de evidente contenido sexista, recomendando a las mujeres funcionarias judiciales no mostrar ninguna parte de su cuerpo que pueda sugerir algún mal pensamiento en el sexo opuesto, sino que además, se suministra un detalle de combinaciones estéticas, que, definitivamente no calzan en el quehacer de los magnos jueces.

Reproduce la institución, con lamentables consecuencias, no solo consideraciones que resultan dañosas a valores fundamentales como el derecho a la imagen, sino que centra preocupación en factores de “apariencia”, como si resultaran de relevancia para el buen desempeño profesional.

¿Qué mensaje se está enviando a  la ciudadanía cuando la administración de justicia se expresa, a través de sus jerarcas, preocupada por la forma en que se visten sus empleados y estimula criterios tan superficiales como el expresado en al adendum A del reglamento de vestimenta que aprecia la utilidad de la percepción en el imaginario colectivo del uso de cierto tipo de trajes como de “proyección profesional”?.

Resulta que, en adelante, una de las preocupaciones fundamentales de los y las administradores (as) de justicia debe ser su “apariencia personal”, porque en tanto mejor se vistan, su proyección profesional habrá adquirido un notable valor.

No faltará entonces el “qué elegante ese juez, qué bien viste esa jueza, deben ser muy buenos funcionarios”. O bien, “el saco de la fulanita no combina con su falda, habrá que llamarle la atención para que cause una mejor impresión y fortalezca la imagen del Poder Judicial”.¿ Qué peso tendrán estos factores en la calificación sobre el desempeño? ¿Cuál será el puntaje asignado a la combinación adecuada de colores y estilos, según las normas establecidas?

El derecho tradicionalmente ha estado sometido a una serie de ritos, formalidades  y protocolos que poco han servido para un correcto ejercicio profesional y mucho menos para una más sana administración de justicia.  Liberarnos cada vez más de esas ataduras, dándole un carácter más humano al servicio público administración de justicia, centrar nuestra preocupación en los problemas esenciales que lo aquejan, es una batalla que se ha venido librando en muchos campos y que  bastantes logros ha obtenido, sobre todo en el campo de la justicia penal, donde, a nivel del recurso de casación, por ejemplo, se logró superar en buena medida la sujeción al cumplimiento de formalidades innecesarias que no hacían más que negar el acceso a la justicia.  

El Poder Judicial y el sistema de administración de justicia atraviesan en estos momentos por un período de cuestionamientos que hacen necesaria una intensa reflexión, que debe ser conducida hacia el replanteamiento de temas sustanciales como los relacionados con la independencia judicial, gravemente lesionada con los acontecimientos vinculados a la relección del Magistrado Fernando Cruz.  Es un asunto que no está resuelto con la reunión entre los presidentes de los tres poderes, que no hizo más que aplacar el fervor democrático expresado por los funcionarios judiciales y miles de costarricenses que los acompañaron en una lucha por la institucionalidad mancillada, con actos nunca antes vistos en la historia del Poder Judicial.

También y con no menos importancia está pendiente un replanteamiento sobre la independencia judicial a lo interno y la importancia de superar los esquemas verticales y napoleónicos que permean a la institución.

Hay una gran cantidad de asuntos vinculados con la administración de justicia que preocupan mucho a los y las ciudadanas de este país y tienen que ver con demora en la tramitación de sus asuntos, la capacitación de los profesionales que se desempeñan en cargos con responsabilidades muy serias, que bien pueden arruinar la vida de las personas, con falta de aplicación de principios esenciales en el proceso penal, con la generación de máquinas de condenas que saturan el colapsado sistema penitenciario, con propuestas legislativas para violentar el derecho a la privacidad de las comunicaciones, en fin, temas que atañen a la función para la cual fueron nombrados los administradores de justicia, en quienes debiera fortalecerse como valores esenciales, la preocupación por brindar un excelente servicio,  el cumplimiento de los horarios de trabajo, el compromiso con el ser humano que somete sus asuntos a la esfera de la administración de justicia, esperando obtener respuestas en tiempos razonables, más que la forma en que cubran su cuerpo para llegar a cumplir sus ineludibles deberes.

No se trata entonces de la defensa de vestimentas vulgares y grotescas.  Si se estima necesario ejercer algún control en esa materia, debieran los jefes de oficina, respetando los principios esenciales de la dignidad humana, tener la autoridad para ejercer ese control, considerando además que, en materia de modas, la palabra no la tienen precisamente los jerarcas de la corte.

2016. Derecho al día.